A nadie le amarga un dulce. Un tópico como este encierra muchas interpretaciones, y no siempre positivas. La satisfacción emocional vinculada a la comida está inculcando a día de hoy multitud de malos hábitos
alimenticios. El abuso del azúcar blanco, camuflado también en alimentos como las salchichas, el pan o las hamburguesas, está causando graves repercusiones en la salud de las personas, relacionándose incluso con enfermedades tan graves como la obesidad, diabetes o hipertensión. Según señala la OMS, “el consumo de azúcares refinados se debería reducir a menos del 10% de la ingesta calórica total tanto en adultos como en niños. Y una reducción por debajo del 5% de la ingesta calórica total produciría beneficios adicionales para la salud”. Pero hay mucho más. Otro estudio publicado por la Universidad de California asegura que el consumo excesivo de azúcar puede acortar la vida de un ser humano un 20%.
El azúcar aumenta los niveles de insulina en sangre muy rápidamente, lo que se conoce como “picos de glucosa”. De ahí que muchos especialistas hayan incidido en su alto poder adictivo, incluso catalogándolo como “droga”, debido a la tremenda dependencia que genera a productos tan habituales como las bebidas azucaradas o zumos preparados. Con objeto de revertir esta tendencia, varios países están introduciendo novedosas medidas, como es el caso de Reino Unido, que en 2018 pretende aplicar un impuesto para gravar las bebidas azucaradas que contengan más de 5 gramos de azúcar por cada 100 miligramos. En 1980 existían 153 millones de diabéticos, ahora la cifra ronda los 350 millones. Y es que el azúcar tiene mucho que decir en esta ecuación, aunque por supuesto hay que diferenciar los tipos existentes. Los azúcares realmente dañinos son los azúcares libres, “aquellos monosacáridos y disacáridos añadidos a los alimentos por los fabricantes, los cocineros o los consumidores, así como los presentes de forma natural en la miel, jarabes y concentrados de fruta”, expone la OMS. Por otro lado, los azúcares intrínsecos, presentes en frutas y verduras enteras frescas, contienen fibra y otros nutrientes, por lo que no afectan negativamente al organismo.
Pero, ¿cómo actúa nuestro cuerpo cuando se ingiere azúcar refinada?
Este carbohidrato de absorción rápida hace trabajar duro al páncreas, que necesita aumentar los niveles de insulina en sangre para poder metabolizarlo. Cuando se sobrepasan las cantidades recomendadas, este órgano se satura, produciendo un desgaste celular que, a largo plazo, puede ocasionar diabetes. Varias investigaciones han demostrado que una de las principales causas de la diabetes-2 es el sobrepeso causado por el consumo de azúcar, aunque tampoco podemos olvidar el factor genético.
En conclusión, el secreto está en la prevención y en el equilibrio. Para ello, es fundamental confiar en los profesionales de la salud e informarse sobre las diferentes alternativas existentes en la actualidad. Precisamente, en Esaludate contamos con diferentes cursos homologados dedicados a la formación en diabetes, tanto enfocados en la nutrición preventiva como en el ejercicio físico.