Lo novedoso del cáncer, lo viejo, lo nuevo.

“Doctor en mi pueblo debe pasar algo, no es normal que haya tanto cáncer”. Esta frase es cotidiana en las consultas de oncología, con pequeños matices, el pueblo pude cambiarse por ciudad, o quizá por un edificio particular, y se hacen juicios de barra de bar sobre sus posibles causas, “es la central nuclear que está cerca”, “los herbicidas que se filtran a las aguas del rio” o “la antena de telefonía que se ha instalado en un edificio”.

Pero, ¿que está pasando?, ¿en realidad ha aumentado la incidencia de cáncer?, acaso es una enfermedad novedosa, ¿ha sido recién descubierta como por ejemplo el SIDA?. En realidad no. El cáncer se conoce desde el inicio de la humanidad, y prueba de ello son restos fósiles óseos con lesiones que se corresponden con las que producen el cáncer. Uno de los restos más conocidos   es el cráneo del hombre de Steinheim que data del Pleistoceno Medio, es decir de hace unos 365.000 años, si bien es cierto que se sospecha que el tumor en este caso no fuera maligno.

cráneo

Debemos considerar las limitaciones que tenemos para detectar tumores malignos fosilizados dado habitualmente el cáncer se desarrolla en tejidos blandos y por tanto que se degradan con facilidad. Sin embargo no así los restos óseos, hemos puesto uno de los ejemplos más antiguos conocidos, pero este ejemplo se repite en restos óseos hallados en momias correspondientes con el Imperio Antiguo de Egipto, estamos hablando de momias de más de 4000 años de antigüedad. Aunque estos restos paleontológicos nos atestiguan la presencia del cáncer lo lógico es pensar, conociendo la fisiopatología del cáncer, que este exista desde que existe la replicación celular, desde que existe la vida como la conocemos.

El primer texto escrito que hace alusión al cáncer nos lleva de nuevo al Antiguo Egipto, se trata Papiro Ebers escrito entorno al año 1500 a.C. en el cual se describen tumores que podrían corresponder con cáncer de mama y también se comenta que “no tienen tratamiento”. Se piensa que los conocimientos de de este papiro pueden proceder en parte de Imhotep (entorno al 2600 a.C) el primer médico conocido de la Historia.

Por lo tanto podemos deducir que el cáncer está ligado a la historia de la Humanidad, desde luego era conocido por Hipócatres y por Galeno, de hecho a Hipócrates se le atribuye el propio origen del término cáncer ir haciendo un símil con el efecto que produciría un cangrejo en el cuerpo del paciente. Y no debía de tratarse de algo infrecuente, muestra de ello es la representación del cáncer en el arte, “La Noche” en el sepulcro de Medicis en Florencia de Miguel Angel Buonarroti, las Gracias de Rubens o la Fornarina de Rafael Sanzio son ejemplos de representación del cáncer de mama en la escultura y pintura respectivamente.

cáncer de mama


Hemos dejado claro que siempre ha existido pero, ¿hay ahora mayor incidencia de cáncer? Probablemente sí, pero en términos absolutos, no así en términos relativos.

¿Hoy fallecen más pacientes a causa del cáncer?, la respuesta es sí de nuevo, incluso sabemos que en España es la segunda causa de muerte por detrás de las enfermedades cardiovasculares. Pero es más interesante plantearse por qué.

A comienzos del siglo XX la esperanza de vida de un español era 30 años, en ese momento, la mortalidad perinatal e infantil era altísima y la primera causa de muerte eran las enfermedades infecciosas. En el momento actual la esperanza de vida son 82 años gracias a muchas mejoras en la atención médica en todas las áreas, pero desde luego especialmente en el área de las enfermedades infecciosas. A medida que hemos sido capaces de tratar problemas médicos agudos y solventarlos hemos dado pie a que podamos tener enfermedades degenerativas que antes no tenían lugar. El cáncer es una de ellas y es la causa de un tercio de la mortalidad global en los países desarrollados y un poco más de otro tercio lo causan las enfermedades cardiovasculares, especialmente en las mujeres, siendo en esencia otra enfermedad degenerativa.

Lógicamente cuando un hombre de 25 años fallecía a comienzos del siglo pasado de tuberculosis, no tenía lugar que pudiera fallecer a los 60 de un cáncer de pulmón o de un infarto. Por tanto cuando hablamos de la incidencia de cáncer debemos considerar de la incidencia ajustada por edad, si tenemos en cuenta esto, en realidad apenas podemos decir que tenemos una mayor incidencia de cáncer. Lo que tenemos es una población envejecida y tratamientos eficaces para otros problemas médicos de los que antes carecíamos.

Desde luego que existen otros factores a tener en cuenta y no debemos simplificar. No siempre es, por así decirlo, una enfermedad de viejos. Hay cáncer en pacientes jóvenes en algunos de estos casos influyen factores hereditarios o exposicionales. Otras veces simplemente nuestros conocimientos médicos no nos permiten esclarecer la causa. Curiosamente la primera enfermedad profesional descrita fue un cáncer. Percivall Pot asoció en 1775 el cáncer de escroto con la exposición al hollín en los deshollinadores de Londres, habitualmente niños que por su tamaño eran apropiados para limpiar las chimeneas. Posteriormente otros estudios con deshollinadores demostraron una incidencia mayor respecto la población general como el cáncer de pulmón, vejiga y esófago.

Aunque el cáncer no es algo nuevo y probablemente no haya una mayor incidencia de cáncer, si que han cambiados las cosas a la hora de la abordar está enfermedad. El mejor conocimiento de su etiopatogenia ha sido clave en ello. El cáncer es una enfermedad genética, que no es lo mismo que hereditaria aunque a veces también lo sea, y aunque en nuestros días nos parezca algo evidente no siempre fue así. Un postulado tal antes de del descubrimiento del ADN carecía de significado y de sentido. Ya no podemos decir que no tiene tratamiento como Imhotep hace 4500 años. Hoy no solo tiene tratamiento si no que tiene tratamientos eficaces y cada vez menos tóxicos que han condicionado cambios muy significativos en supervivencia y en la calidad de vida de los pacientes impensables hasta hace pocos años, lo cual, nos hace mirar al futuro con esperanza.

 

Autor: David López

 

 


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