Ya en el año 2012 se puso de manifiesto la heterogeneidad de la formación en educación terapéutica en diabetes, que afecta especialmente al colectivo de enfermería encargado de esta actividad, siendo necesaria una formación específica y de calidad.
La prevalencia de la diabetes mellitus en el año 2020 de la población mayor de 15 años fue del 8,9%, porcentaje que aumenta significativamente en los grupos de mayor edad. El 50% de las personas con diabetes mueren de enfermedades cardiovasculares y entre el 10% y el 20%, por insuficiencia renal, según los datos del ministerio de sanidad publicados en el 2022.
Por otra parte, la innovación y los progresos tecnológicos también están aportando mayor calidad de vida a los pacientes. Así, el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS) ratificó en octubre tres acuerdos en esta materia: priorizar el acceso a los sistemas de monitorización de glucosa para pacientes diabéticos tipo 2 con terapia intensiva de insulina.
El nuevo escenario asistencial que dibujan las estrategias del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y de algunas comunidades autónomas, potencian el desarrollo de diferentes acciones para mejorar el abordaje de la cronicidad dentro del sistema nacional de salud, por lo tanto el abordaje en Atención Primaria ha de estar orientado hacia la cronicidad de la persona, en donde la prestación del cuidado debe ir dirigida a mantener la salud de la persona en todas sus dimensiones (física, mental y social) y debe favorecer el empoderamiento tanto del paciente como de la familia. La evidencia científica indica que uno de los pilares del tratamiento no farmacológico es la capacidad de autocuidado de la persona. La atención a la cronicidad se debe producir en un contexto en el que los pacientes estén suficientemente informados y formados para tener un papel activo en el cuidado de su salud. Aspectos del tratamiento que se deben abordar desde el punto de vista de los modelos de cambio conductual, introduciendo una nueva perspectiva en los aspectos terapéuticos en la que es necesario formar a los profesionales.
La diabetes mellitus (DM) supone un importante desafío para la salud pública del siglo XXI, descrita por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como «epidemia creciente de diabetes de proporciones potencialmente devastadoras» a nivel mundial. La diabetes mellitus es una de las enfermedades crónicas más prevalentes en todo el mundo y este problema de salud ha alcanzado niveles alarmantes. La DM es un ejemplo paradigmático de enfermedad crónica que afecta a todas las edades y condiciones sociales.
Esta enfermedad crónica requiere atención médica continuada, educación terapéutica para la autogestión del tratamiento, prevención y tratamiento de las complicaciones agudas (hipoglucemia e hiperglucemia), despistaje, prevención y tratamiento de las complicaciones crónicas asociadas: retinopatía (primera causa de ceguera en personas en edad laboral en el mundo occidental), nefropatía (primera causa de insuficiencia renal crónica), neuropatía y vasculopatía (primera causa de amputaciones no traumáticas en las extremidades inferiores. Además, el riesgo de padecer enfermedad cardiovascular (ECV) aumenta entre 2-4 veces en las personas con DM. En España hay un 25% de personas con diabetes que sufren neuropatía, un 32% retinopatía y un 23% nefropatía. La diabetes es una de las causas más importantes de mortalidad, ocupando el tercer lugar en mujeres y el séptimo en hombres.
Por tanto, nos encontramos ante el escenario que comprende la atención en España (según 10ª Edición del Atlas de diabetes de la FID) de unos 5,1 millones de personas entre 20 y 79 años que viven con diabetes, lo que supone un 42% del incremento de la prevalencia desde el 2019. La prevalencia de diabetes mellitus (DM) en España es de un 14,8% 5 siendo la DM2 de un 13,8% en mayores de 18 años, unos 4,5 millones de personas (a lo que se añadiría que un 6% desconocida), la prediabetes 14,8%, según el estudio SED1 realizado por la Sociedad Española de Diabetes (SED) 6. La prevalencia es mayor en hombres y aumenta con la edad llegando a un 25% a partir de 61-70 años. La prevalencia de prediabetes (alteración de la glucemia basal o de intolerancia oral a la glucosa) es del 14,8%. La DM2 representa el 80% de todos los casos de DM.
Según INE en 2020, 11,374 personas fallecieron por causas achacables directamente a Diabetes Mellitus o a otros trastornos del metabolismo de glucosa.
En 1998 la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya sostenía que para impartir Educación Terapéutica en Diabetes (ETD) era necesario que los profesionales tuvieran una formación adecuada no solamente en conocimientos biomédicos sino también en aspectos de pedagogía y psicología que permitan la adquisición de competencias comunicativas, de asertividad, negociadoras, fomentando actitudes de apoyo, que posibiliten transmitir los conocimientos, las habilidades y las actitudes y adaptar las técnicas de enseñanza a los ritmos de cada paciente y/o sus familiares.
En la actualidad, la terapia intensiva, la monitorización de la glucosa, la planificación de objetivos, y la mejora de la Educación Terapéutica han permitido un aumento personas con diabetes que alcanzan los objetivos de glucosa recomendados.
En atención primaria, los programas de educación terapéutica consiguen estandarizar la intervención en educación y es efectivo en los resultados clínicos, educativos y de satisfacción del paciente; además enfatizan la importancia de la educación y de la intervención desde el debut, y reordenan recursos, sin incrementar la presión asistencial en el centro de atención primaria, reduciendo la atención hospitalaria.
Los educadores en la atención y el cuidado de la diabetes se adaptan a las nuevas tecnologías necesarias siendo competentes en su manejo y educación. Incorporan la tecnología sobre el uso de la monitorización continua de glucosa, terapia con bomba de infusión continua de insulina y plumas de insulina conectadas, plataformas de descarga. monitorización remota de pacientes y servicios de telesalud entre otros.
El uso de tecnologías de telecomunicaciones remotas y en tiempo real para brindar atención sanitaria demuestra mejoras en la calidad, el acceso y los costos de la atención. Los educadores en la atención y educación en diabetes están capacitados para brindar educación y apoyo para el autocontrol de la diabetes, lo que se asocia con mejores resultados clínicos que incluyen hemoglobina glicosilada (A1C) más baja, mayor tiempo en el rango objetivo, mejor calidad de vida y reducción de hospitalizaciones y costes de atención.
Los educadores en diabetes pueden ampliar sus funciones para establecer un entorno de práctica habilitado por la tecnología que sea eficiente y sostenible. Esto se logra mediante la identificación de la tecnología adecuada, la configuración del sistema para que coincida con el plan de atención y las circunstancias de la persona con diabetes, la colaboración con las personas con diabetes para la capacitación inicial y el apoyo continuo, y la contribución al desarrollo de procedimientos operativos estándar y una propuesta de valor para apoyar la sostenibilidad.
Debido a que la persona que vive con diabetes es responsable del cuidado de la diabetes casi el 99 % del tiempo, la probabilidad mejora cuando la persona que usa la tecnología para la diabetes tiene conocimientos y participa activamente; el simple hecho de usar el dispositivo o descargar una aplicación puede no traducirse automáticamente en beneficios para la salud. La aceptación de la tecnología por parte de una persona depende de la capacidad percibida tanto para usar como para integración de tecnología. Además, las tecnologías y los dispositivos para la diabetes pueden aumentar la carga del autocontrol si no se ajustan a las expectativas, necesidades y habilidades de una persona.
Dentro de las opciones de tecnología para la diabetes con beneficios clínicos probados tenemos: la Monitorización Continua de Glucosa (CGM) en tiempo real, sensores de escaneo intermitente, dispositivos de administración de insulina que incluyen plumas de insulina inteligentes, bombas de insulina, sistemas automatizados de administración de insulina y soluciones de salud digital, y sitios web de ayuda para la toma de decisiones sobre tecnología de la diabetes.
Hay pruebas sólidas que respaldan el uso de medidores de glucosa por parte de personas con todos los tipos de diabetes. Sin embargo, los beneficios potenciales del control de la glucosa son limitados si los datos no se pueden compartir con el equipo de atención de la diabetes durante y entre las visitas. Estos dispositivos se han relacionado con mejoras en la calidad de vida, reducción de la carga y reducción del riesgo de hipoglucemia. Hay estudios que respaldan el uso de bombas de insulina y sistemas de insulina, plumas de insulina inteligentes para personas con diabetes que requieren insulina siempre que los datos sean accesibles para ambas partes.